jueves, 8 de noviembre de 2012

Características de los Trastornos Psicológicos.


Existen dos signos o indicadores que nos pueden avisar de la presencia de un trastorno psicológico: la presencia de emociones dolorosas (sentimientos de ansiedad, depresión o irritación crónica) y la aparición de conflictos continuados en las relaciones sociales o familiares.

El sufrimiento psicológico además puede adoptar múltiples formas (H. Fernandez-Alvarez, 1992) según la persona que lo padezca le encuentre o no sentido o explicación al malestar que padece. Existen una primera forma de padecimiento a los que las personas encuentran explicación o sentido (p.e sacrificio ante situaciones límites, una huelga de hambre... etc.) que no suelen ser catalogadas como trastornos psicológicos. Una segunda forma de padecimiento consiste en que quién los sufre no termina de explicárselo o darle sentido (por lo general se trata de trastornos afectivos de tipo depresivo o ansioso).Un tercer grupo, más problemático, son los casos donde la persona que padece el malestar si le encuentra sentido a su sufrimiento, pero aquellos que le rodean no se lo encuentran (por lo general se trata de casos de trastornos mentales graves como las psicosis). Y por último, el cuarto grupo, se caracteriza más bien por hacer sufrir a otros, independientemente del grado de malestar subjetivo de esa persona (se suele relacionar con trastornos graves y antisociales de la personalidad). El grupo de personas que no encuentran sentido a su malestar suele ser quienes más solicitan la ayuda de los servicios de psiquiatría y psicología, seguidos de aquellos que aún encontrándose un sentido, este no es validado por aquellos que le rodean.

Entre las personas que no ven sentido a su malestar emocional o a sus conflictos relacionales suele ser típico la presencia de una o varias respuestas crónicas de carácter emocional: la ansiedad, la depresión y la ira.
La ansiedad implica la preparación de la persona ante situaciones que percibe erróneamente como amenazadoras o peligrosas haciendo que esta se prepare para defenderse o escapar. El pensamiento y las imágenes del individuo ansioso se caracteriza por exagerar las posibilidades de peligro de un acontecimiento interno (p.e el que una señal de malestar indique la aparición de un infarto inminente) o también de un acontecimiento externo (p.e la posibilidad de ser rechazado por otros). También este pensamiento suele hacer que se minusvalore la propia capacidad de hacer frente a la situación. A nivel emocional la persona se siente nerviosa, con deseos de huir de la situación vivida como peligrosa. Su conducta puede incluir la inhibición del habla, la conducta de escapar o la inquietud motora. Su cuerpo puede responder, mediado por su sistema nervioso central y autonómico, con síntomas como la sudoración, taquicardia, dificultades respiratorias, tensión motora, insomnio, etc.

El estado depresivo supone más bien una reducción del nivel de respuesta de la persona ante los acontecimientos de su vida. La persona está centrada en pensamientos e imágenes en torno a sus pérdidas, incapacidad, fracasos o indefensión. Por lo general mantiene una baja autoestima y está centrada en una visión negativa de sí misma, su vida y su futuro. Pueden aparecer también pensamientos o deseos suicidas. A nivel emocional predomina el estado de ánimo depresivo, con perdida por los intereses y actividades habituales, una dificultad para disfrutar de las actividades habituales, y a veces también sentimientos de culpa, ira o ansiedad. La conducta de estas personas se caracteriza por un abandono de sus actividades habituales o por un descenso intenso de las mismas. Trastornos como la pérdida del apetito, las alteraciones del sueño y la pérdida del interés por el sexo, también son característicos del estado depresivo.

La ira crónica consiste en un estilo de conducta centrado en la defensa y ataque directo o indirecto ("disimulado" p.e por la ironía). Se caracteriza a nivel de pensamientos e imágenes de condena o críticas hacia el ofensor, y exigencias sobre que no debería haber actuado de una manera determinada. A nivel emocional la irritación tensa la musculatura corporal y la dispone al ataque verbal o físico, aparecen sentimientos de rencor y venganza. La conducta se dirige a atacar verbal o físicamente al supuesto ofensor. El cuerpo suele responder con una elevación del ritmo cardiaco, la tensión sanguínea aumenta, la respiración se acelera, y pueden aparecer trastornos del sueño, de la alimentación y de otras necesidades corporales, la rumiación obsesiva sobre el hecho que se exige no debería haber ocurrido, las críticas al ofensor, los planes de venganza y una especial facilidad para "saltar a la más mínima".



Las malas relaciones familiares o de pareja pueden ser causantes de un trastorno psicológico.

Las emociones dolorosas son uno de los indicadores de la presencia de un trastorno psicológico.



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